domingo, 20 de julio de 2014


Cosas de la vida .... de Juana Peña

Del engaño y la Maledicencia

 Dios mío, quítame el frío ante la insidia de los que dicen lo que no saben y escriben lo que no dicen. La vida está llena de exabruptos ante la imposibilidad de las mentes enanas de conformarse con recoger lo que está en el suelo.  Por eso, dice mi amiga la Karioth es que los "bagres" nos tiran piedras. ¡Pero qué vamos a hacer!,  "vaguear" es más fácil que pensar y son "bucopocotón" los que se llenan la cabeza con bostezos, adormilando sus pocas neuronas que en un pasado épico y primigenio hicieron sinapsis. 

Ante esto me asusto, pero realmente no debía porque son muchas las porquerías que se te atraviesan en la vía.  Esa nueva cosa de la "post-modernidad líquida"  lo dice todo en mi "chanti-town".  Hoy por hoy ya no hay que trabajar para vivir, solo tienes que encontrar quién te tire la "tualla"  con "casa y comida caliente, ropa limpia y planchada y chenchén para refrescarse con tu pan líquido".  Entonces, te haces miembro de una sociedad dizque secreta, los "illuminati" del ghetto, el dominio de los "ni pa´lla ni pa´ca"  donde solo tienes que hacer ver que nada haces para que te respeten.

Dentro de la logia de los "ni pa´ lla ni pa´ca" hay variaciones: los que se quedan en la casa y los que salen a "parquear" en otros lados. Pero al final es lo mismo, cabeza llena de basura tóxica que contamina el ambiente con frases altisonantes o bochinches mareados buscando dañar a los pensantes. Pero como dicen por ahí, “así es la vida en este mundo conflictivo, donde habrá quien quiera tu muerte… y quien se muera contigo”

Pero al fin de cuentas, vale recordar la frase célebre de el Dr. Aracsímido  "las cosas se reciben de quién viene, pues cada uno de lo que tiene" o como dice la lírica reggeteada trasnochada que dice mucho y no dice nada:

“Te tengo… en el cajón de los recuerdos, también en el de los olvidos; En el de los sueños rotos y en el de los sueños cumplidos.  Si me has jodido, recuérdalo, ya que la vida es un pañuelo, y volveremos a vernos cuando crucemos al averno"

miércoles, 9 de julio de 2014

Cosas de la vida...... de Juana Peña

        
“Lo que más merece pensarse en nuestro tiempo
problemático es el hecho de que no pensamos."
MARTIN HEIDEGGER

Me dice La Quinina, muy llena de motivos, no me gusta lo que veo, lo que oigo y lo que leo. No sé ni de dónde vengo ni para donde voy y todavía peor con tanto calor. A lo que yo le contesto, bueno, cualquier pasado... fue mejor, no hay quién lo dude, aun sin metro, pues se podía caminar a la "chanti", sin el "arrepinche" de la fila y el tumulto pal´ bus o vagón. Se iba "suave" sin "sofoco", ya no ahora es el "saperoco"

Cómo me gustaba cantar y bailar, era "bien rareza" íbamos "payá y pacá" al son de los timbales y bongó, todos contentos, estrenando pasos. ¡Pero qué va! eso se acabó, ahora lo de moda, sale del lado oscuro.... no se ve "qué es lo eee" y no hay pasos que echar, pues no se puede bailar. Una de esas tonadas dice: “cuando creces, te das cuenta que nada es como soñabas, la vida en vez de besos solo suelta puñaladas”. Poca esperanza en el vivir tiene esta rueda sin fin que te arrastra en un titlintilin donde no hay porvenir. Lo bonito y sus posibilidades se han borrado, quedando solo una polvareda de infortunios que te revuelca de un solo lado.

Otra belleza dice: “Aprovecha tu presente, nadie es feliz para siempre”. ¡Qué es esto! grité arrebatada y corrí donde mi amigo el Doc que todo lo sabe aunque nadie se lo dijo y con floridas palabras sentenció: "Oda a la inmediatez de la vida en todo su esplendor, con una buena mezcla de oportunismo mesiánico que no perdona ni el olor". Y pensé yo, la capa negra de la vida resalta arropando la alegría, que solo brilla un día.

"Estar contigo mata, pero de algo hay que morir." Esta es otra verdad tautológica que como diría mi amiga Chenta, "la que revienta", limita la acción y volvemos a lo mismo, no importa lo que hagas, te caes al abismo y rompes el fondillo.

“Te tengo…. en el cajón de los recuerdos, también en el de los olvidos; en el de los sueños rotos y en el de los sueños cumplidos”. Esta quizás es una expresión de amor globalizado, no hay nada que hacer, "estás en todas" y quizás en nada....já, já Y para terminar, “Si me has jodido, recuérdalo, la vida es un pañuelo, ya volveremos a vernos”. “Quiero vivir de un sentimiento profundo, que se joda el mundo, la vida es un segundo”.

martes, 8 de enero de 2013


La Visita al “Super” de Fin de Año

La visita forzada a los supermercados durante las fiestas de fin de año, Navidad y Año Nuevo es uno de esos rituales agridulces que llevamos a cabo una y otra vez a lo largo de nuestra vida.  En principio nos gusta ir de compras, solo con esa idea uno se saborea imaginándose el pavo, el jamón, dulce de frutas,  las galletas, el ron ponche, los tamales, las frutas y demás viandas tradicionalmente definidas como las propias del momento. Con esto en mente iniciamos el viaje al “super” con aquella alegría insulsa que nos dan las cosas pequeñas de la vida.

Pero este sortilegio no dura mucho, ya que cuando se llega al supermercado hay que enfrentarse con una multitud de extraños que en estado de frenesí recorren el espacio cargando sus viandas a velocidad sin Dios ni ley.  Inmediatamente llegamos entramos en una competencia desalmada por las carretillas, ya que las pocas que quedan se convierten en objeto de “tira y hala”, cruce de malas miradas y uno que otro empujón. No deja de sorprender la hostilidad frenética de la gente, ya que habitualmente el supermercado es un lugar de transitoriedad, donde uno se encuentra con extraños sin interactuar con ellos.

Por lo general la gente manifiesta lo que Simmel llama una actitud de hastío”, un comportamiento indiferente, impersonal de auto-preservación, apatía, anonimato, desconfianza y distanciamiento con los otros. El supermercado es un espacio compartido con extraños, donde las relaciones sociales son espontáneas y fragmentadas. Como diría Goffman un comportamiento distante que él denomina “desatención civil” a través del cual demostramos que si bien reconocemos la presencia del “otro” no queremos entablar interacción alguna con ellos.

Pero parece que al congregarse allí una mayor cantidad de personas con un fin definido, las compras de fin de año,  el espacio circunstancial se personaliza por la competencia por adquirir ciertos productos. Hay espacios muy específicos en donde la hostilidad es más abierta: venta de pavos y jamones, tamales, roscas de pan y frutas.  Allí la gente se arremolina y busca “pasarse” a toda costa empujando a los demás.  El tránsito por los pasillos es especialmente “violento” ya que nadie “hace alto” con la carretilla, sino más bien siguen empujando a velocidad y “si te vi, no me acuerdo”. El “pedir permiso” deja de ser una cortesía y se convierte en un grito de guerra, el simple preámbulo de un gran empujón.

¡Qué decir del pasillo de los adornos y guirnaldas, para la puerta, el arbolito, la mesa, el nacimiento….! Hay de todos los colores y tamaños, la gente busca, rebusca y revuelve tratando de combinar una cosa con la otra aun cuando tenga que arrebatárselo al otro cándido cliente. Se me ocurre pensar que en momentos como este se diluye las diferencias, no importa si eres joven, viej@, hombre, mujer,  jubilad@, etc. todos reciben por igual, “full democracia”.

Este comportamiento colectivo se da en el marco de la celebración de unas festividades religiosas y paganas en donde la gente vanagloria el mucho comer y el gastar.  Curiosamente, lo “más rico” es lo más caro, pero eso no importa, ya que para eso están los ahorros. Es un momento en el que convergen los gustos, ya que todos, más o menos vamos a comer “más de los mismo” lo que creo yo fomenta la rebatiña, ante la posibilidad de que se acaben las delicias y ahí si nos quedamos “mirando un chispero”.

Carmen Quintero Russo

Diciembre, 2012

 

 

 

 

 

domingo, 13 de marzo de 2011

El Carnaval de Oriente Llegó………


Nuevamente el Carnaval y no puedo evitar la tentación de hacer algunos comentarios. Como he dicho en otras ocasiones, es la fiesta de lo grotesco, lo que aquí se manifiesta en todo su rigor. La gente emigra al Interior del país con una sola cosa en mente: a divertirse hasta la muerte, lo que desgraciadamente algunos logran.
Pronto empiezan los grandes ridículos, donde la gente se exhibe en su peor forma: borrachos y desdibujados. Ayer tuve el mal momento de ver en la TV a una pobre vieja desdentada, que totalmente licorizada se contoneaba al son de una música salvaje hasta caer “patas arriba”. Después vinieron otras y más del mismo espectáculo, que aparentemente divertía a la audiencia. Me hice la misma pregunta que otros años, ¿qué le pasa a la gente? ¿Será que creen que este momento queda oculto para siempre? O que ¿siempre lo verá la misma gente que hoy aplaude con frenesí? Bueno, quizás, pero a lo mejor no les importa y les parece que estos son sus quince minutos de fama.

Esta fiesta tiene una enorme importancia social en la idiosincrasia panameña; es un medio de expresión entre las reinas, princesas, comparsas, carros alegóricos, algunas originales y de gran valor creativo, otras que de mal gusto y de poco valor artístico. En comparación con los carnavales en otras partes del mundo, el carnaval criollo adolece de un verdadero desfile; más bien se trata de un gentío que va sin rumbo y se aglomera alrededor de una tarima a ver a los cantantes cantar y a los presentadores gritar impertinencias. Muy pocos bailan y muchos gritan dizque la letra del reggae. Los disfraces, las comparsas vestidas y alborotadas, bailando al compás de sus murgas, el confeti y las serpentinas son del recuerdo……

Parece que la atracción más valiosa es la participación en los “culecos” o mojadera, donde una masa errática salta y brinca gritando ¡aguaaa! y desde un carro cisterna le echan agua con manguera. Este evento dura varias horas, en las cuales los participantes son poseídos por un frenesí aupado por los gritos de un dizque animador, que organiza al furor de los acontecimientos, concursos de “meneos” y cualquier otro baile desaforado.

Otro evento muy preciado por la concurrencia es una competencia a ver quien aguanta más el que lo encierren dentro una urna de vidrio y le echen encima toda clase de insectos y alimañas, lo cual debe ser de lo más repugnante. Además, deben comerse un poco de cosas inimaginables a la vista, al tacto y a los sabores. Pero los participantes hacen su mejor esfuerzo tolerando estas ignominias y uno(a) sale vencedor.

En este tipo de fiestas colectivas y públicas, el individuo tiende a borrarse detrás de lo confuso, se pierde entre los elementos de la totalidad comunitaria, contradiciendo la moral del deber ser impulsado por el deseo de vivir el presente, lo colectivo y lo imaginario. Dentro del jolgorio surge una nueva sociabilidad en donde los actores participantes desempeñan papeles con diferentes máscaras, generando una nueva teatralidad cotidiana.

martes, 1 de marzo de 2011

Los Nuevos Guettos


Entre todos los cambios habidos y por haber de los últimos años, llama la atención, el encerramiento, como estilo de vida, que ha surgido como respuesta a la creciente criminalidad e inseguridad en las calles. Las nuevas barriadas distribuyen las unidades residenciales según diversos patrones o modelos ofreciendo además dentro del mismo espacio parques, jardines y áreas sociales, en fin una comunidad. Estos proyectos distribuyen espacialmente los tipos de interacciones socialmente aceptados según las áreas dispuestas. Se trata de una nueva forma de definir la relación entre lo público y lo privado a partir de la convivencia en espacios cerrados donde el acceso es limitado.

Este tipo de asentamiento poblacional va a experimentar un notable crecimiento y aceptación por parte de la población urbana en la segunda mitad de siglo XX. Además, en el caso de Panamá, con la expansión del turismo como importante rubro económico y el consecuente crecimiento de la infraestructura hotelera tanto en la ciudad como en el campo, vemos cómo se van transformando los pueblos.

Este cambio conlleva el desplazamiento hacia las áreas rurales tanto de forasteros nacionales y extranjeros como también de los altos niveles de criminalidad que plagan la ciudad. Hoy día la criminalidad florece en los pueblos, bajo el emparo de las fuertes relaciones primarias que tienden a encubrir con silencio cómplice las malas acciones de los conocidos y/o poderosos, ya sea por temor o indiferencia. Se da una ruptura en la seguridad que ofrece el control social personal y directo, lo que ya no es aplicable con la afluencia de forasteros y la complejización de las relaciones sociales, pero por otra parte, quizás por la velocidad del cambio, no se llega a aplicar el control social derivado de las relaciones secundarias más propio de la ciudad.

Las barriadas en las ciudades de Panamá y Colón se desarrollan hacia los años 70 dentro del marco del concepto de la “vivienda de interés social” y se usaron para desalojar casas condenadas, eliminar barriadas de emergencia e ir perfilando una nueva estrategia de desarrollo urbano. Posteriormente, la empresa privada incursiona en este proyecto ampliando el horizonte a sectores de clase media baja, clase media y en los últimos años a la clase alta.

Las barriadas han venido a sustituir el espacio abierto de la ciudad, por espacios cerrados, ya sea por razón de estatus social o por la amenaza de la criminalidad y la necesidad de seguridad de los habitantes. Tenemos entonces que además de los tradicionales guettos de los tugurios urbanos, donde sus moradores son “encerrados” por las murallas del miedo del resto de la sociedad hacia ellos, hoy tenemos otros guettos, los voluntarios, donde sus habitantes se encierran con murallas reales y guardias de seguridad para aislarse de los otros. Se trata de manifestaciones objetivadas del miedo en los espacios residenciales donde confluyen los imaginarios sociales, la realidad y el orden social.

Estas nuevas barriadas amuralladas, no recrean las relaciones primarias del vecindario, donde todos se conocían y se protegían los unos a los otros. Al mudarse a la barriada los residentes no se conocen entre sí. No existen patrones de interacción previos en los que puedan insertarse para diseñar sus modelos de convivencia. Un factor que los define es la igualdad económica, pero esto no garantiza la ausencia de con¬flictos en otras dimensiones de la vida social.En el caso, sobretodo, de las barriadas de bajo costo, sus moradores deben aprender a vivir en espacios limitados, donde la distancia entre las casas es mínima, lo que les obliga a redefinir sus relaciones, usos y costumbres, ya que muchos aspectos de su vida cotidiana dejan de ser privados y pasan al dominio público.

En términos generales, entre los moradores de este nuevo modelo residencial se da un conflicto entre el derecho a la privacidad y los derechos colectivos. La convivencia es amenazada por la hostilidad que genera la falta de respeto, el bochinche, el mal comportamiento de niños y jóvenes, el ruido indiscriminado, y la morosidad en el pago del mantenimiento. Además debemos agregar los problemas que se derivan de la misma construcción de la barriada que los afecta colectivamente y que demandan un nivel de integración entre los moradores para poder lidiar con ellos. Como esto no se da, la lucha por salvaguardar los derechos adquiridos con la compra del bien (la casa) es errática e insuficiente.

La ciudad ha perdido su libertad, se ha convertido en un laberinto lleno de calles sin salida que limitan el acceso a ciertas áreas solo a sus residentes. Hemos perdido el horizonte por el miedo a la gente en ciudades fracasadas.

lunes, 14 de febrero de 2011

Y sigue pa´lante sin mirar para atrás …..


Nos hemos convertido en una sociedad en donde nunca dejamos de maravillarnos de las ocurrencias con las que se pretende dar respuesta a todos los males habidos y por haber. De continuar así en un plazo perentorio sobrepasaremos los límites de lo posible hasta “llegar donde nadie ha llegado jamás”.

Hay dos cosas que se han venido utilizando como fórmula mágica para solucionar problemas: construir algo nuevo que reemplace lo que se dañó en vez de arreglarlo o agregar en un nuevo título a la constitución aquellas cosas que se hicieron mal para que otro lo vuelva a hacer. Por ejemplo:

• Cuando la gente se quejó del alto costo de las autopistas, se hizo todo un espectáculo dizque para comprarlas,
• Ante el problema del transporte se plantea el construir un Metro, sin considerar si es viable, necesario y financiable. Esto se dio por hecho sin hacer los incómodos estudios de impacto ambiental, el trazado de la ruta, las paradas, étc.
• Cuando se da el problema del Puente Centenario, lo que es muy grave, se habló de construir otro puente.
• Ante el congestionamiento del Puente de las Américas, ya se anunció la construcción de otro puente sobre el Canal,(creo que sería el tercero) y por supuesto la demolición del Puente de las Américas. Según se dijo eso obedece al hecho de que con la ampliación del Canal, los barcos post Panamax no cabrían por allí…. A lo mejor serán como una nueva versión, más ancha, del Arca de Noé.
• Con el terrible problema del agua, se hizo público que se iba a construir otra potabilizadora.
• Para combatir la peste de los “diablos rojos” se compraron buses nuevos con gran bombo y platillos, pero sin resolver los detalles de su administración, reclutamiento de choferes y forma de pago.
• El caótico programa de “cien para los setenta” se implementó sin establecer criterios que delimitaran su implementación, ni escogiera a sus beneficiarios. Por eso hemos sido testigos de un retorcido embrollo en donde la primera vez lo dan a todos los viejos que tienen de 70 y más como dijeron. Luego se los quitan porque descubrieron que no era suficiente ser viejos, además debían ser pobres, luego se lo vuelven a quitar porque además de viejos y pobres debían ser desamparados y así vamos depurando la lista, me imagino hasta llegar al punto en que diga que se suspende el programa pues no hay beneficiarios.

Quizás yo no entienda y este panorama refleje una nueva versión de la democracia, en donde todos tienen derecho de decir lo que les viene a la boca sin pasar por el cerebro; o a lo mejor será que la moda es “meter la pata”. Esto suena cómico, pero creo que es más bien trágico. Se tiene la impresión de vivir en un berrinche apocalíptico donde hasta el más mínimo evento o situación se soluciona con su desaparición o destrucción. Una especie de vaivén sin sentido donde se ha perdido la noción de progreso y se ha reemplazado por el capricho irreflexivo.